miércoles, 26 de mayo de 2010

El salto

Escúchame pequeño, deja ya eso

porque el viento te vuela los pelos

y el miedo trepa en tus mejillas

rozando el amplio abanico del infinito.



¡Eres feliz y por tanto elegido!

porque en tí habita el principio del corazón,

tu flecha se tensa, el arco está presto,

y tu lágrima vuelve eterna tu sonrisa



No temas sufrir. No te agarres a las cosas

Como la tierra retiene a las cosas con el peso.

Pesados se vuelven los montes y los campos



el árbol que de chico plantaste

Que se hizo pesado y ya no puedes levantar

Acuérdate: levanta la vista y salta.

lunes, 6 de julio de 2009

En el taller del soneto

Hoy me propongo cantar un soneto,
que sobreviva al paso de los días
que de algún modo refleje mi alegría,
al someterme a tan duro reto.

El gran problema es el primer cuarteto
que al surgir tan pronto me desafía,
a explotar el tema que en su porfía,
consigue servirnos de parapeto.

A poco que empiezo este terceto,
observo con un grito de alegría:
a este canto le perdí el repeto,

porque el soneto es sólo una vía.
Una mas (asumo mi propio reto).
Lo que es importante es la fantasía.

miércoles, 24 de junio de 2009

Agazapado frente a la pequeñez

Frente al desánimo, ¿Cuál es la suerte?
Si sólo nos protegemos del frío,
del hambre, del desierto y de la muerte,
de la vida que es trono del hastío.

¿Y ese hombre que muestra sus rodillas
quebradas que lo muestran desamparado
si en ese momento en que es entregado
el sólo piensa en aquellas dos sillas.

La luz contrasta con el sordo miedo
de la ciega inmensidad que lo alumbra,
que de a poco lo convierte en penumbra.

Agazapado frente a la pequeñez
de su existencia añora una vejez,
que no llegará, muere por el miedo.

jueves, 4 de junio de 2009

Por no poner agua en la heladera

Por no poner agua en la heladera:
De esta agua no has de beber


De esta agua que yace aquí resguardada,
no podrás, mi bella mortal sedienta,
satisfacer la sed que te violenta,
ni en el día, ni en la noche estrellada.

Quizás adviertas que la imprevisión,
es la madre de tantísimos males,
es mejor que hoy broten tus lagrimales
y que mañana bebas con fruición.

Es que al final de cuentas lo que cuenta,
(valga la involuntaria redundancia)
no es que el agua fluya con abundancia,

sino que quien la beba no la sienta,
con la tibieza (la que Juan lamenta).
En eso, no en más, consiste esta ciencia.

lunes, 1 de junio de 2009

La ventana enrejada

Fluye la tarde lluviosa y pesada,
la densa humedad rige los afectos,
gobierna con esmero en los dilectos
escondites del alma enamorada.

La ventana nos muestra que la vida,
es distancia y cárcel de lo posible.
En el fondo nos sirve de fusible
del corazón. ¡Oh tarde estremecida!

Mas la visión es corta en la ciudad
Y el alma intenta volar, solitaria,
busca el cielo, busca esa libertad,

perdida, sale de esa funeraria
prisión de enrejados que sin piedad,
nos encierra en su visión ordinaria.

jueves, 14 de mayo de 2009

En la oficina (mirando rostros)

En la clara tristeza cotidiana
la rutina recorre como un frío,
embarga los sentidos con hastío
apurando de un sorbo la mañana.

Los rostros se reflejan satisfechos
con chanzas entre obsenas y alocadas,
ocultando deseos contrahechos,
enfermos de ambiciones disecadas.

Relatando minucias al voleo,
se transforman en bestias de rodeo,
monótonos casi hasta por desgaire.

Transitando camino farragoso,
cruel nostalgia de aquel refugio umbroso,
luz tenue se promete, más que el aire.

jueves, 23 de abril de 2009

Sobre la certeza del conocimiento

Dos hombres cierto día conversaban
sobre si el conocer es aún posible,
parados sobre un balcón inestable,
que unos buenos obreros reparaban..

Buscaban lo seguro en la certeza
(la certeza en la posibilidad).
El balcón perdía estabilidad
al negar lo cierto con tal firmeza,

y pese a la opinión de los obreros,
se quedaron solos en el balcón.
De ese balcón que caía. Certeros

supusieron que sólo era ilusión,
como el conocer. La meditación
los convirtió ciertamente en señeros.