En la sombría quietud de la tarde
un viejo profesor habla del fuego,
su mirada parece la de un ciego,
que busca un fuego que ardiendo lo abrace.
La palabra vuela, gira y retumba,
como un trueno resuena en el vacío,
golpea en vano el auditorio frío,
y el silencio resuena en esa tumba.
Pero nada importa al druida escondido,
que en cada conquista angosta su vida,
y en cada recuerdo agranda su herida.
Como la lluvia baja de la nube,
su idea nace y poco a poco sube,
al morir en el prado florecido.
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Eso porque no me tuvo de alumna a mi... que lo hubiese "bombardeado" a preguntas...
ResponderEliminarBesos!
Otra es intentar hacer las clases un poco más interesantes.
ResponderEliminarDigo, de pronto me parece.
Respetos.
Natalio
Cecilia: Hubiese sido un privilegio. Si fuera tan viejo, y si fuera profesor.
ResponderEliminarNatalio: Hubiese sido un peligro. Si fuera tan aburrido, y si fuera tan osado.
Un abrazo a ambos.